Amigos míos.
Hace unos días me reuní con mi madre quien viajó a la Ciudad de México para pasar las fiestas Decembrinas con nosotros, por lo que acudí a la central de camiones por ella.
Hace unos días me reuní con mi madre quien viajó a la Ciudad de México para pasar las fiestas Decembrinas con nosotros, por lo que acudí a la central de camiones por ella.
Debido a las fechas todo se encuentra saturado y el servicio de transporte es uno de ellos.
En la central de autobuses se ubica un sitio de taxis el cual para esa hora, era todo un reto poder abordar una unidad.
Me aproximé a la taquilla para solicitar el servicio, pero mi intuición me decía que antes, debía consultar el tiempo aproximado para abordar.
El taquillero dijo serenamente:
-¡El tiempo aproximado es de entre 2 horas 30 o 2, si bien le va!-
Debo confesar que lo mío no es la paciencia por lo que miré a mi madre pues no debía tomar una decisión de forma unilateral y le dije:
-¡Ma! ¿nos vamos en el metro?-
Miró la fila del taxi y tomándome de la mano dijo:
-¡Si hijo, es mucho tiempo de espera!-
Y entonces apliqué la fortaleza adquirida gracias a mis visitas al gimnasio, cargando el equipaje que mamá traía consigo y nos encaminamos al sistema de transporte colectivo Metro.
Yo con el equipaje y mi madre tomada de mi brazo.
Cómo pasa el tiempo y cómo cambian las cosas. Recordé cuando de niño viajábamos en ese monstruo naranja subterránea, ella me tomaba de la mano para guiarme: ahora era a mí de quien ella se afianzaba caminando en los andenes.
En el transcurso conversamos sobre su viaje y sobre otras cosas.
De pronto miré sus manos, ponía atención a la conversación pero sus manos robaron mi atención.
No podía creer cómo el transcurrir de los años se manifestaba en sus dulces manos.
Sentí nostalgia: ternura.
Sentí la necesidad imperiosa, la inusitada necesidad y entonces estreché sus manos para acariciarlas como una muestra de cariño, como un sencillo reconocimiento y homenaje a la ardua labor de ser madre: mi madre.
Fue como si le dijera:
Fue como si le dijera:
-¡Mamá: muchas gracias!-
Y quise que ese momento no sólo se quedara como una coincidencia o algo por el estilo.
Aproveché la ocasión y decidí plasmar ese momento en algo que me encanta, así que quise dedicarle este blog a mi señora madre y les comparto las fotografías que le hice a sus manos.
Como siempre recibe un fuerte abrazo.
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