Lloras.
Nadie sabe por qué.
Sutilmente eliminas tus delicadas lagrimas haciéndolas víctimas de
las yemas de tus dedos, y no permites que se precipiten sobre tus mejillas,
pues delatarían tu sentir.
Lloras en el silencio que te permite tu soledad en el estridente colectivo, y no te importa si alguien te observa.
Lloras, y todos ignoran a dónde vas, o si ese viaje es el causante de tus lágrimas. Y tu dolor viaja contigo.
Lloras, y en la lejanía de tu espacio y el mío, me pregunto quién pudo hacerte daño provocando tu llanto.
Llora mujer.
Deja que tu corazón vierta su sangre cristalina a través de tus ojos para desahogarse, pues el llanto de una Mujer es eso: Sangre cristalina del corazón.
Llora mujer, por ti y por tu vida. Por ti y tus anhelos.
Llora mujer.
Por ti y por tu familia.
Por ti y por los que te dan su amor y respeto.
Pero nunca lo hagas por algo inverosímil,
o, por alguien que no le importó destrozar tu alma.
No llores mujer.
No llores por lo que no tiene sentido ni vale la pena prestarle importancia, porque una gota de tu lágrima es una gota de universo.
Porque tus lágrimas, son Sangre Cristalina
de tu Corazón.
Gracias por leer este blog.
(FIN)
Gracias por leer este blog.
Como siempre, recibe un fuerte abrazo.
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