Qué tan hombres somos

Qué tal amigas y amigos

Como les había comentado en alguna de mis publicaciones, escribo mi vida (mi libro).  Ahí narro mi procedencia y la educación que recibí, fue una disciplina muy dura en la que también tuvimos qué aprender a observar y a utilizar la mente. Aprendí también que en la vida, nadie nos llevará de la mano y nos mostrará el camino correcto; uno mismo se forja un carácter  y un criterio, aunque muchas veces, inapropiado, pero existe la posibilidad de modificarlo sustancialmente mediante las circunstancias que la vida nos brinda.

De niño conocí a diversas personas, una época en la que el papel de hombre y el de mujer, tenían implícitas sus obligaciones. El del hombre el ser trabajador y proveedor. Y el de la mujer el de servir. 

Conocí de cerca todo eso. En casa, mi madre siempre estaba al tanto de nosotros y de mi padre. Todas las mañanas se paraba alrededor de la 5:30 de la mañana pues mi padre era el encargado del personal y de los desarrollos en este caso; de un sector en el ramo de la construcción. Era muy estricto en la puntualidad por lo que se paraba muy temprano para trasladarse a su lugar de trabajo. Desde ahí empezaba la rutina de mi madre. Se levantaba muy temprano para preparar el desayuno de papá y mientras mi padre desayunaba; mi madre preparaba los recipientes con los alimentos para la hora de la comida o Lunch que cuidadosamente colocaba en la mochila de mi padre. Al final, papá salía rumbo al trabajo alrededor de las 6:30 de la mañana. A partir de esa hora mamá ya no paraba. Fue ahí donde conocí la ardua labor de una mujer. 

Con el paso de los años, fui tomando conciencia sobre ese desempeño: al mismo tiempo, me encontraba con patanes he incluso, leí en una ocasión un artículo que decía, que el macho era creado por la mujer, y creo que en parte tenía razón. En mi etapa de adolescente lo veía con mis amigos; ese trato preferencial que su padre le daba y que en ocasiones, orgullosamente recalcaba que su hijo era el macho de la casa. Incluso su madre respaldaba eso diciendo que no debía realizar quehaceres en el hogar pues eran obligaciones de una mujer. 
Claro que cuando eres niño ves y aprendes y de algún modo, eso también se me había quedado en la mente.

A pesar del esfuerzo de mi padre durante la semana, apoyaba en algunas cosas en casa. No directamente en los quehaceres del hogar pero apoyaba en lo indispensable. Sus acciones eran diferentes a la de los padres de mis amigos. ¡Algo que no entendía!. 
En casa de mis amigos los padres se la pasaban postrados ante el televisor bebiendo o tomando tragos con los amigos. Papá no era así y eso de algún modo me tenía confundido. 
Al nacer mi hermano, papá me demostró sin necesidad de alguna palabra, por qué desarrollaba las cosas o los trabajos que según yo; estaban destinadas únicamente a la mujer. 
Tras el nacimiento de mi hermano, era evidente que mamá no podía atendernos, mucho menos encargarse de los quehaceres cotidianos de la casa. Fue entonces, que vi a mi padre preparar nuestros alimentos,  e incluso lavar la ropa o los utensilios de cocina, algo que para mí era el trabajo exclusivo de una mujer. Como dije antes, aprendemos de lo que vemos. Pensando en todo esto me dispuse a escribir este blog para ver qué tan macho soy.
A continuación les detallo lo que aprendí de niño. 

Me fui aún adolescente de mi hogar familiar, me fui a vivir solo: comencé a trabajar y puse en práctica lo que había visto en casa. Era vital pues en ésta ocasión, no estarían mis padres para apoyarme, así que inicié con todo lo básico. Lo primero era: lavar mi ropa y planchar. Saqué mis dotes de costura pues había qué arreglar algunos pantalones o camisas.
Así sucesivamente. 

En la actualidad lo sigo poniendo en práctica. 

En casa ayudo pues creo que eso es lo correcto.
Colaboro en todo pues vivimos en una época en la que la mujer también aporta un salario en casa y considero justo el apoyar en los quehaceres cotidianos. Lo mismo lavo los utensilios de la cocina como arreglar la cama o lavar el piso, eso no me hace menos hombre. Eso es muy claro, todos esos prejuicios sólo están en la mente y tienen la capacidad de afectar a toda una generación de personas, si no se tiene el suficiente criterio para contrarrestar todo aquello. 
Quienes enfrentamos todas estas situaciones en nuestra niñez, aprendimos lo necesario para enfrentar la vida.

Recuerdo cuando de niño una señora ya de edad avanzada; familiar de mi padre una vez me dijo: 

-Muchacho, tú eres un Macho, no te atemorizas con nada.- decía.  

Por otra parte. 

En casa de uno de mis amigos escuché a su padre decir:

-¡Mi hijo es un macho, no le pidas que recoja o barra la casa: eso es trabajo de viejas y eso te corresponde a ti.- 
Decía a una de las hermanas de mi amigo.

Por eso tenía esa confusión sobre el término Macho. En fin.. muchas veces he escuchado decir, que las madres son quienes crean a los hijos machos, pues para ellas son el hombre de la casa y no deben desempeñar o realizar trabajos destinados a las mujeres. 
Tal vez es verdad que eso sucede. 
Por otra parte está el padre que afianza dicha fijación de tal forma, que el individuo termina por convertirse en el ejemplar que papá y mamá le sembraron en su subconsciente. 

Yo me quedo con lo que aquella señora dijo: 

-Muchacho, tú eres un Macho, no te atemorizas con nada-

Aunque pecaría de soberbio pues sí.. ¡conozco el miedo! como todo hombre normal. Dejemos el término (Macho) como término veterinario para diferenciar el sexo de los animales.

Respetemos a la mujer y su labor. No pasa nada si contribuimos un poco en las labores de casa, debe haber equidad en ese sentido pues seguro estoy que la gran mayoría de las damas aprecian ese detalle.


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2 comentarios:

  1. Excelente relato, el machismo se da cuando la mujer es débil y se permite pisotear, nunca es tarde para corregir y cambiar esos símbolos que ponemos a las personas. Un abrazo 🐺

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