El más Dulce de mis Sueños


No esperaba tan grata sorpresa. 
Volviste después de un largo tiempo.
Todo volvió a ser como antes: incluso mejor. 
A un lustro de distancia estamos justamente donde todo empezó, donde nuestro gran secreto se consumó.

Envueltos en una atmósfera mística en la cual nada importaba, sólo Tú: sólo yo.

Las casualidades de la vida. La gracia del destino y sus misterios: conspiraron a nuestro favor. 

Tu vida y la mía, dos mundos distintos, dos almas libres.


El reencuentro de dos corazones sometidos: flagelados por las circunstancias, dispuestos a todo hoy: ahora.

Sin reservas, sin temores ni culpas: tu piel y mi piel fusionándose como la primera vez: en deseo y pasión frenéticos, como si no te hubieses ido nunca.

No hay tiempo que perder y tanto que recuperar. 

Un beso desata el incendio.

Una caricia insolente.
Un te amo que sabe a recuerdo.

Y la nube de dudas e incertidumbre que por mucho tiempo fustigó y castigó nuestros corazones, se difumina dando paso a la justa claridad.

Ansioso, fundí mis labios con los tuyos abrazando tu cintura, implorando al tiempo detener su marcha.
Besando tus labios en la soledad de nuestra habitación, testigo mudo del dulce momento.
Me perdí en tu dulce mirada, en el aroma de tu cabello: en tus besos 

Un temblor invade nuestros cuerpos como aquella primera vez. 

Un te amo en tu oído que a pesar de ser un susurro, hace eco en esas cuatro paredes.
Recorro tu cuello suavemente con mis labios.
Tus manos en mi rostro me daban la pauta y me guiaban.

Mis ansias crecen a cada momento mientras mis manos se posan sobre tu suave espalda.

Tu respiración agitada provocando en mí la reacción lógica. 

Bajo a tu pecho y beso entre tus senos que vuelven visible tu acelerada respiración.

Mis manos bajan buscando tus piernas mientras mi corazón poco a poco se acelera y mi respiración iguala la intensidad de la tuya.

Te recuesto sobre la cama; me deshago de tu blusa sin despegar mis labios de tu piel: tus senos agitados provocan mis nervios al contemplar su desnudez que me hacen flaquear por un momento, titubeó, pero mis ganas y mi deseo me incitan a continuar: mi respiración tiembla mientras beso tu vientre y acaricio tus piernas.

Mis nervios se difuminan poco a poco y retomo el impulso sin dejar de admirarte.

Acaricio tus senos finalmente desnudos, recorro cada milímetro de ellos sin dejar de besar. 


Tus piernas me aprisionan: me llevas a ti posando tus labios en los míos y tu respiración me estremece. 

Poco a poco tu respiración se mezcla y se fusiona con leves jadeos mientras mi mano lujuriosa acaricia tu intimidad.

Mis manos recorren tu cuerpo llegando a tus muslos. Tu respiración se agudiza, tus gemidos inundan el lugar. La cama sucumbe en cada uno de nuestros movimientos, las sábanas comienzan a mostrar el desorden de nuestros sentidos alterados.
Estamos fuera de control.

Cada una de tus reacciones me muestran el deseo que arde en ti invitándome a continuar con nuestra locura.

Mis ansias transformadas en lujuria en cada rose de tu piel, de tus labios, de tus piernas. 


Mis labios sedientos se posan en tu vientre recorriendo milímetro a milímetro. Suavemente me dirijo hacia el monte de Venus.

Tus piernas tiemblan de deseo, y tu piel se eriza al sentir mis labios.

Tanto tiempo ausentes uno del otro: tanto amor contenido, tanto deseo acumulado.

Frenéticos, nos entregamos a ese juego sexual que tiempo atrás nos llevaban a la luna y en esta ocasión nos transporta a la gloria.
El tiempo no borró nada, aún sabes lo que quiero: aún sé lo que quieres:

Con sutil movimiento, te colocas sobre mí: tus piernas colocadas cada una en mis costados y cabalgas vigorosa, siento tu tibieza lúbrica y jadeante.

Te detienes, te inclinas. 
Bajas poco a poco tu cuerpo. 
Tu hermoso cabello tocando mi rostro y tus liberados senos se posan en mi pecho desnudo: estamos en éxtasis total.
Tú sobre mí yo en ti.

Me entrego a tus besos y en el vaivén de tu hermosa anatomía.

Mis manos aferrados a tus muslos. Apunto estamos de la erupción.
Tus jadeos se disparan haciendo eco en toda la habitación.
Cierro los ojos, mi visión cambia: como un destello de luz que irrumpe en la más negra noche, veo la proximidad de lo inevitable.
Me aferro.

Las ondas sonoras desaparecieron: abro los ojos, vuelvo en mí, a mi realidad. 

Eras parte de mi más dulce sueño.


Volviste y te entregaste a mí como aquella primera vez.

No me sentí decepcionado, por el contrario: el volver a sentir la textura de tu piel, de tus besos y el aroma de tu cabello.  De tu intimidad lúbrica y ardiente: volviste a ser mía, eso inundó mi alma de felicidad.

No estás en mi vida: ahora habitas en mi sueño donde todo sucede, donde eres feliz y me haces feliz. De donde jamás deberíamos volver.

Fin

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1 comentario:

  1. Me súper encanto, todos tenemos un Dulce sueño y es donde se disfrutá lo vivido, mientras el destino juega a su manera. 🐺

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