Mi Dulce Galleta


Qué tal amigas y amigos, cómo están.

Saludándoles de nueva cuenta.

Quiero empezar este blog con 2 preguntas:

¿Alguno de ustedes tiene mascota?

¿Cómo llegó a ustedes?

Bien, en esta ocasión les quiero platicar sobre "Galleta" nuestra gatita.

Vivimos en una casa de alquiler. Por obvias razones, no podíamos tener mascotas aunque ya teníamos a muñeca nuestra hermosa Beagle.
No era tan extraño el caso pues la señora del alquiler contaba con un Alaska: en fin.. muy amante de los animales no es, en resumidas cuentas. 

En ese entonces únicamente eran muñeca y su perro que después de algunos años feneció pues la edad inevitablemente lo había alcanzado. Después de esto y por lo que nosotros sabíamos, su prioridad no era tener otro perro o alguna otra mascota por la simple razón: no tenía la paciencia ni un cariño nato hacia los animales. Respetable: de cualquier manera.
La vida es así: impredecible, nunca sabes con qué te va a sorprender.
Hace aproximadamente cinco años, una de sus nietas; (como todo niño) una buena tarde, llegó a casa con una linda gatita: la había llevado de contrabando; nadie se había enterado hasta que a la mañana siguiente escuchamos los chillidos y salimos al patio a investigar. La descubrimos oculta detrás de unas masetas, era una gatita de unos dos meses aproximadamente. Al ser descubierto el felino, la niña admitió que se la habían regalado la tarde anterior: esto no fue del agrado de su abuela quien sentenció: 

-¡Tienes una semana para que se adapte, de lo contrario, la vas a devolver!-  

Eso no sonó tan mal. De alguna forma la señora buscaba concientizar a su nieta sobre la responsabilidad que implica tener una mascota. 

Pasaron los días. Aquella bolita de pelos comenzaba a explorar el lugar adaptándose, lejos de su madre y con la necesidad imperiosa de alimentarse: paseaba por el patio buscando una fuente de alimento lo cual la llevaba a maullar sin parar, incluso a adentrarse en las habitaciones de la señora. Esto dio inicio a la molestia y su furia, arremetía contra ese ser indefenso: gritaba y la asustaba para ahuyentarla. La minina sólo la miraba sin saber el porqué de su reacción; se alejaba para ponerse a salvo y al estar a una distancia prudente, se sentaba mientras maullaba mirando a ese personaje.

El inocente animal no sabía lo que sucedía hasta que como respuesta recibía una salpicada de agua y entonces huía a ocultarse sin aún recibir algo que le calmara el hambre.
Sentíamos tristeza por la situación de la gatita pues al vernos, se aproximaba buscando algo de comida y a cambio sólo le dábamos una caricia.

Un buen día algo detonó el destino del pequeño felino. Transcurría la mañana del sábado, la señora solía barrer el patio y arreglar sus plantas, de pronto se escucharon sus berridos:

Maldito animal asqueroso, por qué te cagas en mis macetas: vas a ver gato cochino!-
Decía mientras le gritaba a su nieta pidiéndole solución sobre la pequeña gata sin recibir respuesta alguna.
-¡Levántate y limpia toda la porquería de tu cochino gato si no quieres que lo eche a la calle!- decía furiosa.

Evidentemente la niña caprichosa no daba muestras de interés por el gato; aunque he de decirlo, ella no era del todo culpable, el problema radicaba en sus mayores pues le permitían todo y nunca la concientizaban sobre la responsabilidad de tener una mascota: por el contrario, solapaban cada una de sus ocurrencias.
En esta ocasión no era diferente.

Pasaron los días y la niña se desentendió del gato quien deambulaba por el patio, por momentos en silencio, pero cuando sentía la necesidad de alimentos, comenzaba su tormento.
Mi esposa y yo tratábamos de alguna forma mitigar su  hambre dándole trocitos de jamón lo cual aminoraba sus ansias, a esto lo acompañábamos con caricias que al parecer surtían efecto.

Un día al llegar del trabajo, no vi a la gata en el patio pero escuchaba sus chillidos en la parte superior del lugar donde vivimos; pregunté por ella: 

-¡Está arriba, la señora lo amarró!- dijo mi esposa.

Eso me enfureció, cómo puedes amarrar a un gato, quizás un perro puede permanecer amarrado y aun así tampoco estoy de acuerdo en ello pero: ¿amarrar a un gato? a quién se le ocurre.

Subí y descubrí  al angelito sentado con una cuerda en el cuello, al verme comenzó con los maullidos que sonaban a súplica: me miraba y estiraba sus patitas delanteras como implorando salvación; sentí mucho coraje al verlo vulnerable ante semejante trato y la tonta aberración. Por suerte la señora se encontraba en casa, no la enfrenté pues no quería provocarle un disgusto, acudí a ella a modo de consulta:



 -¿Oiga señora, va a mantener amarrado al gatito?- le dije.

-¡Si señor, es que es un animal muy cochino: se caga en mis plantas; se orina en todos lados y se la pasa chillando todo el tiempo. Ya le dije a mi nieta que lo regrese o lo voy a echar a la calle, no me gusta que traiga animales pero, me prometió que se haría cargo y no le hace caso!-  argumentaba.

En ese momento llegó mi esposa quien también estaba en contra del maltrato de este pobre ser.

-¡Yo la entiendo señora pero pues debieron decirle eso a su nieta antes de traer al pobre animalito, el gatito qué culpa tiene de que aquí lo traten mal!- reforzaba el reclamo con la señora.

-¡Los animales entienden señora y saben qué hacer si se les pone atención y créame que estaría muy mal si la manda a la calle o la tiene así amarrada!- intentaba hacerla reaccionar yo.

-¡No, ahí que se quede porque ensucia mis plantas y me da asco estar limpiando!- decía la dama.

Ya no quisimos discutir pues no queríamos que la persona tomara represalias contra nosotros así que,  si ese era el problema: que el gato hacía sus necesidades fisiológicas en donde no debía, ahí era donde debíamos trabajar si queríamos ayudarlo.

Esa misma tarde salimos en busca de un arenero y por su puesto: arena, y lo acondicionamos para que la gatita cambiara de lugar: al principio no entendía para qué servía todo eso, se sentaba a contemplar el artefacto; no sabíamos cómo guiarlo o hacer que le diera uso a su arenero, entonces corté algunas hojas de las plantas donde solía defecar y las coloqué dentro del arenero. Increíblemente eso funcionó, el pequeño minino olió las hojas y finalmente se trepó: con sus patitas delanteras hizo una especie de pozo y ahí depositó sus desechos.

Suena increíble pero los animales comprenden y sienten el trato que les damos.

Una vez superada esta prueba, nuevamente acudimos con la señora para demostrarle que la culpa no es de los animales sino de nosotros los humanos que no los sabemos guiar. Que hace falta paciencia y respeto hacia ellos.

Como una contribución a la causa, les regalamos el recipiente para que  la gatita no hiciera de la suyas en las masetas de la abuela, le pedimos que la propietaria en este caso: su nieta, únicamente se encargara de limpiar a diario la arena lo cual solo quedo en promesa pues hizo caso omiso a ello.

Creo que todo esto de alguna forma creó un lazo entre la gatita y nosotros,.
Por las tarde se sentaba en nuestra puerta y se pasaba un buen tiempo ahí hasta que le dábamos algo de comer y se alejaba;  nadie de ellos le daba importancia al pobre animal, deambulaba en el lugar y la niña sólo la tomaba para juguetear con ella y nada mas, mi esposa al ver la indiferencia de estas personas hacia Galleta: como la nombraron.  limpiaba todos los días el arenero con el fin de que la gata no volviera a ensuciar.


Pero después de este episodio las cosas volvían a empeorar, el animalito quedó a la deriva, nadie la alimentaba por lo que maullaba en todo momento yendo de un lado a otro provocando la furia de la señora nuevamente.

Una ocasión, por el hambre que tenía, la pobre gata se introdujo en la casa en busca de comida: ¡No lo hubiera hecho! la señora arremetió con ira contra ella gritando improperios tratando de golpearla, la bola de pelos con su agilidad corrió, trepó como pudo y se alejó de ahí. No podíamos permanecer indolentes ante semejante acto.
¡Mi esposa al percatarse de esto salió y afrontó la situación!:

-¡Señora, perdóneme pero está muy mal lo que le están haciendo a la gatita!- dijo.

-¡Ay, cochino animal, se metió a la casa y se la pasa maullando en todo momento: ya estoy harta de ella, le voy a pedir al barrendero que se la lleve y la deje en algún lugar, ya estoy harta porque mi nieta también ya se desentendió de ella y no quiero mas animales aquí!- argumentaba visiblemente alterada la señora.
    
-¡Señora, galleta no tiene la culpa de que se le trate de esa forma tan cruel, no se me hace justo sacarla de su hogar para traerla y luego echarla a la calle: no es justo!- decía mi esposa.

-¡Le propongo algo y perdón por lo que le voy a decir. Yo me voy a hacer cargo de la pobre gatita porque no es justo que la traten de esa forma; pero solo quiero pedirle un favor. Oriente a su nieta, edúquela, dígale que un animal es una gran responsabilidad, que no son juguetes que se puedan votar para cuando se aburra de ellos: y no permita que haga algo como esto otra vez!- finalizó.

Por la tarde, al llegar a casa mi esposa me dice:
-¡Ya tenemos gato!-

-¡¿Tenemos gato?!- interrogué sorprendido.

-Si, no pude soportar el trato que le estaban dando a la gatita y hablé con la señora-
decía contándome todo el relajo.
-Es gata y se llama galleta- confirmó.

Me sorprendió el hecho de que enfrentara a ésta persona por defender a un animalito.
No objeté esa decisión, por el contrario: me dio mucho gusto el saber que finalmente galleta tendría un hogar, alimento, agua y cariño. 

Sorprendentemente galleta parecía entender a la perfección toda esa situación, desde ese día comenzó a entrar en el lugar donde vivimos, tímidamente se postraba en la puerta y poco a poco avanzaba calculando sus movimientos y contemplando el lugar.
Mi esposa y yo decimos que nos adoptó: pues fue ella quien poco a poco se nos acercó con su característico ronroneo y sus tiernos maullidos acaparando nuestra atención y robándonos el corazón.
El fin de semana la llevamos al veterinario para su atención, sobre todo para no poner en riesgo a muñeca, nuestra Beagle quien tampoco puso resistencia ante la nueva habitante de la casa.



Fue así que sucedió lo inimaginable: tener un Gato en casa. 

Claro que no es lo mismo un perro que un gato: son reacciones y temperamentos diferentes y nunca imaginamos que en casa convivieran ambos. El lugar en el que vivimos es pequeño pero aún así, le dimos a galleta donde vivir. También adoptamos aún pequeño diablillo llamado Koby mi precioso mestizo y ahora en casa son: Galleta, Muñeca y Koby.

El blog que le dediqué a Koby, te invito a leerlo, pulsa la liga de abajo.:

Cuando aprendamos a respetar a los animales

Desde ese entonces, sugerimos a quienes piensan en comprar una mascota, que opten por la adopción.
Para nosotros es muy importante pues es darle la oportunidad a un ser que posiblemente termine en la calle, sobre todo: a ser consientes que una mascota requiere de tiempo; espacio, atención tanto en casa como atención veterinaria y lo mas complejo: que esas mascotas no siempre serán cachorros, también crecen y se desarrollan y es en ese momento cuando las personas terminan por echarlos a la calle o regalarlos lo cual es cruel.

También estamos en contra de regalarlos como obsequio de cumpleaños, navidad o por algún motivo especial pues, muchas de las veces las personas no están preparadas para un perro, un gato o cualquier otro animal que demanda atención.

Por favor si tienes una mascota en casa, cuídalos, trátalo bien pues no hay cariño mas puro y un corazón más limpio que el de un perro o un gato en este caso.

Orienta a los niños sobre la responsabilidad de cuidar a los animales, evita también el maltrato pues si no somos capaces de cuidar la naturaleza y la fauna, no seremos capaces de cuidar a nuestro mundo.

Una pequeña galería de: Mi Dulce Galleta.






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Al final de mi Distancia


Al final de la distancia, en la frontera de los recuerdos y el olvido: donde convergen los caminos: el tuyo y el mío. 
Ahí donde habitan los sueños perdidos, los sueños rotos, los sueños que ni el tiempo sabe suprimir. 


Ahí en donde la luna hace el amor con el sol sin esperar un eclipse, y siempre; día a día, noche a noche su amor permanece intacto.

Ahí donde las nubes se acarician frenéticamente.

Ahí, si. Ahí al final de la distancia, en las aguas diáfanas de mi paz. 
De mi corazón inerte, del infinito tiempo.

Ahí, al final de la distancia estaré siempre luchando frenéticamente para existir.

Al final de la distancia estoy; atrás quedó el dolor, la angustia y el temor.

Al final de la distancia: vuelvo a nacer, a creer. A volar.

(Un fragmento para mi historia que ya se escribe.)

Una reflexión sobre el término de la vida sobre el final de nuestros tiempos y sobre lo que somos: sobre alguna separación o de una pérdida.
Simple y sencillo, alejado de una poesía pero apegado a la realidad.


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El amor de tu vida no existe.


Qué tal amigas y amigos, cómo están.

Me da mucho gusto saludarlos nuevamente con un nuevo blog y un tema con el que seguramente muchos de ustedes van a diferir conmigo. Pero de eso se trata esto, de conocer opiniones, así que entremos en materia.

Hace unos días, un viernes para ser mas exactos; tenía una reunión con la gente de una importante marca transnacional para tratar un tema de material para puntos de venta o P.O.P, que es a lo que se dedica la empresa para la que trabajo.

Tras concluir con la reunión y siendo la última cita del día, me dispuse a llevar a cabo algo que me agrada mucho. Suelo hacerlo en alguna oportunidad al término de una reunión o cuando mi trabajo me lo permite, y es: caminar y disfrutar del entorno, relajarme y pensar un poco al igual que captar una imagen con mi teléfono celular, pues soy un enamorado de la fotografía.

Mientras caminaba, y sin tener nada en específico en qué ocupar mi mente, un poco más adelante;  me encontré con una pareja discutiendo de un modo enérgico: brusco.
Se notaba que aquello llevaba un rato con ese fragor, pues el rostro de la dama mostraba un evidente rastro de llanto mientras continuaba con los reclamos manoteando. Eso me dio un motivo para poner a trabajar mi mente y me hizo pensar en ello, en ese justo momento en que eso llamado amor, se vierte en el fango del dolor, del mundo obscuro de una falta de atención y de una palpable ruptura.
Sentí pena y compasión por la chica pues con el tono con el que hacía el reclamo, pude escuchar y descubrir cual era el motivo o su estado. 

-¡Entiende. Lo nuestro se terminó y ahora quiero que me dejes en paz. Yo también te busqué cientos de veces pero tu tan pronto te viste libre, corriste al encuentro de otra persona, así que ahora soy yo quien no te quiere ver y por favor: déjame vivir mi vida en paz, ya no quiero saber nada de ti!-

Y se alejó aun con los ojos llenos de llanto. El hombre dio unos pasos pero se detuvo incrédulo e indeciso.

Eso me llevó a sumergirme en mis pensamientos y analizar esa situación, sobre todo porque yo no era ajeno a una situación así: también había pasado por algo similar unos meses atrás. Esa escena me hizo recordar todo ese trago amargo.

Unos años antes había vivido una gran relación amorosa que nació de una hermosa amistad de dos años de existencia.

Teníamos una relación muy limpia y muy unida lo cual me llevó a enamorarme de aquella hermosa mujer. Esto se hacia evidente día con día y una tarde decidí declararle mi amor y finalmente dimos el siguiente paso: nos hicimos novios y todo cambió.

Los meses siguientes fueron perfectos, en todo momento pensábamos en crear, en construir algo juntos. Nuestras conversaciones habían tomado un rumbo fructífero, lleno de muchos sueños y proyectos juntos: la amaba con todas mis fuerzas.
Pasado un año todo tomó un rumbo diferente.

Algo sucedía en nuestra relación. Todo marchaba bien sin embargo, factores que no estaban en nuestras manos poder controlar, terminó por dar fin a nuestra vida sentimental.

Dolió mucho.

Ambos hacíamos intentos por retomar pero pudo más las palabras externas y las malas influencias.

Ella cambió totalmente de parecer, todas sus acciones eran en contra mía y todo a partir de ahí para mí se volvió un tormento.
Mi mente se tornó oscuro. Mis días se tornaron grises. Guardaba la absurda esperanza de un reencuentro, de una oportunidad y a eso me aferré.. 

Bien. Esta historia es muy extensa y no tiene sentido abundar en ello.

Cuando en nuestras vidas se presenta una situación como ésta, por lo regular  nos sumergimos en la depresión lo cual nos lleva a realizar acciones que en su mayoría son un flagelo.
Perdemos la brújula, la sensatez e incluso el respeto a nosotros mismos.
La ruptura de una relación sentimental; nos arrastra a las fronteras de la locura y la mayoría de las veces, nos aferramos a ese algo que en ocasiones ya no tiene solución o un retorno, pero que aun así, vivimos con ese placebo mental de que tenemos la razón y que un regreso es inminente.

Perdemos todo sentido de la razón y sólo tenemos como enfoque, ese recuerdo que por obvias razones: forman parte del pasado pero obstinadamente mantenemos como presente golpeando nuestra frente una y otra vez  torturándonos y causándonos mucho dolor.
Existen personas incapaces de salir o de liberarse por sí solos y recurren a métodos extremos y se hunden cada vez más en su amargura.

Como les dije, viví una situación así. Les he contado solo un pequeño fragmento: y si, también me dejé llevar por el dolor, por la angustia y la desesperación de perder a alguien. 
Fue muy duro luchar contra todo, incluso contra el súbito cambio de ella. 
Busqué en varias ocasiones una oportunidad y alguna forma para convencerla de volver, pero terminé por convencerme que eso ya era totalmente imposible. Fue en ese momento en que el mundo de naipes que habíamos construido se vino abajo.
Todo cambió. En mi caso y como les había dicho antes; me sumergí en ese mundo de dolor, torturándome y flagelándome a cada momento trayendo aquél recuerdo a mi presente constantemente, haciendo pedazos mi alma.
No había un solo segundo en que no pensara en ella, en esos gratos momentos juntos; en el que todo era risas y proyecciones a futuro, en nuestros momentos de intimidad. 
Sabía que todo eso había muerto ya pero aún así, mi obstinación era tan grande  que me lanzaba constante mente a ese abismo.

Sumergido en todo esto, perdí todo sentido, ya nada me importaba. Por varios días dejé de ingerir alimentos, no me importaba mi trabajo y gracias a esto perdí algunos clientes potenciales por mi falta de atención y dedicación.

Descuidé todo de mí, incluso me refugiaba en el cigarro. Fumaba como si eso redimiera mi dolor.

No dormía algunas noches y sólo me perdía en mis pensamientos. En mis recuerdos. Mi imagen asemejaba a la de un muerto viviente. Quienes me conocen preguntaban sobre mi estado: yo sólo respondía con un: -¡Ja, estoy bien: es sólo que tengo mucho trabajo!- y disfrazaba aquello con una falsa sonrisa.

Pasaron varios meses de vivir así, mi peso corporal disminuyó drásticamente, perdí contacto con mis más allegados en ese entonces.
Las ideas oscuras comenzaron a llegar a mi mente, tuve espejismos sobre lo que yo podría hacer atentando contra mi vida. Tenía varios planes para ello, incluso en mis sueños aparecieron esas imágenes de mí agonizando y despertaba sobresaltado sudando frío sin poder volver a conciliar el sueño.
Después de varios meses así, vino a mi mente una pregunta que me hizo volver a mí y fue:

-¿Vale la pena sufrir de esta forma por alguien?-

Creo que no.
Entonces, mi mente se abrió nuevamente  al mundo.

Tomé de nuevo mi camino.
Asumí la parte que me corresponde de las culpas porque estoy convencido que eso es lo primero que debemos hacer para poder liberar y limpiar nuestro aura, nuestra mente y nuestra alma y poder dar el siguiente paso.
Asumí que aquello que viví en su momento fue dulce y tierno, pero fue sólo el momento: lo viví, lo disfruté: fui feliz, pero nada de eso era para mí y así lo etiqueté y lo sepulté en lo más profundo de mi pasado, porque aprendí que todos esos hermosos recuerdos son los que más daño me hacen y no quería sufrir más.

Aprendí también que aquello que todo mundo llama:

"El amor de mi vida"

No existe, no es algo latente, pues eso que llaman el amor de mi vida: es capaz de llevarte al borde de la locura incluso a la muerte. Para mi ese término no existe.

Yo amé con todas mis fuerzas, con todo lo que estuvo en mis manos, no sé si ella sintió lo mismo.. en fin.
Me di el tiempo hasta de arrepentirme de todo, de haber regalado mis mejores sueños, mis palabras más dulces y los mejores momentos que pude. Incluso me ausenté de los lugares y de las personas que frecuentaba antes de todo: porque sólo tenía la mente y el tiempo para ella. Y finalmente comprendí, que tal vez ese era mi destino, era algo que tenía qué sentir y vivir, equiparar la felicidad con la muerte. Sobreviví, renací y al mismo tiempo aprendí que no existe -El Amor de mi vida- como persona, sino como el amor que yo me brindo día con día, el respetarme.
Con el fin  de superar todo esto, me dediqué a escribir y a leer y me encontré con una frase que me dio un panorama de lo que viví:

Si sufres es por ti, si te sientes feliz es por ti, si te sientes dichoso es por ti. Nadie más es responsable de cómo te sientes, sólo tú y nadie más que tú. Tú eres el infierno y el cielo también!- Osho

También me encontré con esta frase.

-¡Siempre habrá gente que te lastime, así que lo que tienes qué hacer es seguir confiando, y sólo ser más cuidadoso en quién confías dos veces!-
(Gabriel García Márquez)

Así que retomé mi vida y ofrecí perdón por hacerme daño de esta forma tan ilógica, sepulté todo y dejé de arrepentirme pues quería volver a ser dueño de mi tiempo. 

El amor de tu vida no existe, no es como te lo pintan o lo imaginas: por si no lo sabes; también el amor nos puede matar si no tenemos los pies sobre la tierra.
El amor propio es el que siempre debe prevalecer. No le doy el poder a nadie, pues eso es crear a un monstruo que tarde o temprano se pondrá en contra mía, y me dará la sucia opción de tener a quien culpar, lejos de asumir mi responsabilidad y luchar por subsistir. 

Asumí mi error.

Asumí mi dolor.

Ahora estoy vivo.


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Tú ¿Qué haces con tu teléfono celular?


Hola amigos, cómo están.
Les saludo con mucho gusto y les envío un abrazo.

Una tarde en una reunión, me percaté de algo parecido a la imagen de abajo y se me ocurrió hacer un blog al respecto.

Este tema ya es común en las redes sociales con memes y demás.


Pero me pregunto:

-¿Qué hacen estas personas en su teléfono celular?-

En algunas ocasiones: ¡No es porque sea un fisgón!-, pero sin querer he visto lo que algunas personas hacen es su teléfono celular en cuanto tienen un tiempo muerto o un espacio: ya sea en el transporte, restaurante o en alguna reunión: de lo que yo me he dado cuenta es: que dedican ese tiempo a jugar, navegar en Facebook; ver videos, textear y algunos revisan su correo electrónico. También puedo decir que todo esto en un móvil de última generación y de marcas reconocidas como el Samsung Galaxy, iPhone 7, Motorola G Plus en fin.. aparatos de buena calidad. Total que todos permanecen concentrados y por momentos, inertes ante su dispositivo móvil hoy en día.

Bien, les quiero contar un poco sobre mi historia con los teléfonos celulares.

Mi primer móvil fue un Motorola Startac que en ese entonces era la sensación, lo adquirí básicamente por lo compacto del aparato y porque mi trabajo requería el estar comunicado.

Después, y para no aburrirlos, brincamos al mas acá.
Pasados algunos años en mi trabajo actual y por el tipo de negocio (Empresa de Publicidad), era indispensable estar conectado y con un buen dispositivo de apoyo, fue por eso que adquirí un Sony Ericsson W760.


Este móvil me servía de mucho pues contaba con un sistema GPS que me ayudaba  a saber mi ubicación y los lugares que visitaba: me ayudaba también a permanecer conectado a mi correo electrónico. Contaba con una cámara de 3.2 megapixeles la cual me permitía hacer fotografías de buena calidad, mismas que podía imprimir en alguna isla de Kodak o Fuji vía Bluetooth; también lograba fotografías de los prototipos para la presentación de nuestros proyectos. 

Aunado a esto, contaba con una buena capacidad de almacenamiento el cual aproveché para hacer una buena selección de música (una de mis pasiones) la cual reproducía durante mi traslado a mis juntas de trabajo mientras disfrutaba de un buen libro.
Este móvil me hacía la vida más relajada, lamentablemente con las prisas y algunos descuidos, en varias ocasiones sufrió de caídas hasta que finalmente dejó de funcionar, ahí culminó la vida útil de mi teléfono.
Después de esto la empresa, con el afán de ahorrar pero al mismo tiempo de mantener contacto, me proporcionó nuevos teléfonos, todos ellos obsoletos, únicamente para realizar llamadas lo cual me dio una gran oportunidad de continuar con mi amada lectura. 

Les dejo la liga del blog que hice sobre lo que he leído.




Al principio me molesté pero no objeté y dejé que las cosas siguieran su curso y aproveché para dedicar mi atención a la lectura. Algo que me fascina.

Conforme vencían los contratos con la telefonía nos actualizaban el equipo, así llegó a mí un Motorola EX122 que contaba con lo básico, y el cual le sacaba provecho con la cámara. Sin duda era una buena herramienta para el trabajo.

Pero esto no era suficiente; entonces conseguí otro móvil: un BlackBerry 9650 el cual me permitía volver a estar conectado con mis clientes y con la oficina, la cámara fotográfica era mejor sustancialmente y me servía de mucho al igual que la señal, jamás tuve problemas con ello.
En ese tiempo, pasé por una situación que cambió un poco mi percepción de las cosas y algo en mi interior cambiaba y de pronto sentí las ganas y la necesidad de escribir, deseaba fervientemente distraer mi mente para de alguna forma aterrizar todo aquello que yo sentía: para esto, intenté descargar un procesador de textos en mi nuevo móvil pero la decepción llegó, esa versión no era la óptima para dicha acción por lo que deseché la idea.

#Motorola EX122

#BlackBerry 9650


Continuaba leyendo y disfrutando de mis recorridos con excelente música hasta que llegó a mí, un grandioso Smartphone -Nokia Lumia- un aparato con fabuloso diseño que me cambió todo: con una capacidad de recepción estupenda, me permitía permanecer conectado a mi correo electrónico sin ningún problema. Con una capacidad de almacenaje que me permitía contar con una buena cantidad de información de mis clientes y proveedores. Con procesador Windows Phone que me permitía contar con un correo electrónico (muy rápido por cierto) lo cual me facilitaba mucho más el trabajo pues nunca perdía la señal.
Nokia Lumia


También podía tener acceso a mi cuenta de correo: digamos. ¡laboral!, a través del cual podía checar algún render, plano o cotizaciones, realmente todo un aparato.

Gracias al viejo BlackBerry y su inexistente procesador de textos, comencé a tomar notas desde mi computadora en el procesador Word; ¡magnífica curiosidad la mía! una tarde, y después de haber abandonado por unos días mi escritura, transferí mi archivo a mi nuevo Nokia Lumia. No tenía muchas esperanzas hasta que finalmente, desde ese móvil, abrí mi archivo y descubrí que también podía escribir en él. Eso me puso feliz pues en ese entonces, pasaba por un momento gris en mi vida y sin duda ese móvil, me vino a rescatar proporcionándome el pretexto perfecto para ocupar mi mente en algo productivo. 

Así, comencé a escribir mi vida: 
una recopilación que llamo  -Libro-. 
Aprovechaba cada instante para escribir y así iba incrementando a cada momento los números de páginas a mi libro. 

No solo era eso, también tenía acceso a las diferentes redes sociales, y con una herramienta como mi teléfono celular, sacaba ventaja para hacer fotografías, algo que también me encanta, y las publicaba en mi Instagram; @lobopatricio con mi hashtag #VisióndeLobo lo mismo en mi Twitter: @adwolf_lob

Las cosas tomaban un tinte distinto, seguía creando y disfrutando de mi escritura y el tomar fotografías. 

Con la conexión que este gadget me brindaba y en las ocasiones que me tomaba un receso, o hacia un espacio en mi libro, me daba un tiempo para realizar algo que también me apasiona y es: conversar, me ayudaba conocer a mas personas, lograba tener una plática extensa que nos llevaba a diferentes temas de las cuales y conforme la conversación tomaba cierto auge; surgían conceptos y puntos de vista que conformaban un conjunto de palabras que comencé a seleccionar y recopilar, después de esto,  los convertí en frases que llevé a mis publicaciones en mis redes sociales con el hashtag  


#PláticasyReflexionesdeLobo 

Sin duda aprovechaba en todo momento de mi nuevo móvil.

Así transcurrieron los meses y una tarde decidí hacer un respaldo de mi libro pues había avanzado mucho y tenía acumulados varias páginas así que, decidí transferir el archivo a mi computadora para tener mas espacio en mi teléfono. Esa tarde de viernes todo parecía normal. Debía ver a una persona antes de ir a casa, de pronto comenzó a llover por lo que tuve que abordar un taxi, en el transcurso escuchaba música pero el amable conductor captó mi atención con su conversación, entonces me despojé de los audífonos y coloqué mi celular en un compartimento de mi mochila. 

Manteníamos la conversación durante el trayecto hasta que finalmente arribé al lugar en el que me entrevistaría con aquella persona: pagué el viaje; la lluvia era intensa por lo que me tuve qué cubrir como pude y proteger las cosas que llevaba conmigo. 
Descendí del automóvil, sólo empujé la puerta como pude y con la inercia corrí al lugar más próximo para protegerme de la lluvia. 
El taxi aún no arrancaba, al llegar al techo en el que me cubrí, me di cuenta que algo faltaba. 
Desesperado, busqué sin encontrar nada y justo cuando corrí hacia el taxi, en ese justo momento se puso en marcha y mi carrera fue inútil... se había llevado mi #NokiaLumia consigo.

No se si a ustedes les ha pasado pero en ese momento tuve muchos sentimientos encontrados. 
Sentí coraje, rabia.. incluso tristeza, mucha tristeza; me acostumbré tanto a mi Nokia: por mi trabajo, por todos mis contactos como números telefónicos, correos electrónicos de clientes, proveedores y amigos. Imágenes de mis proyectos, fotografías que había hecho para Instagram y mi libro el cual por suerte había realizado un respaldo, todo. 

Era una extensión de mi, mi oficina móvil. Todo. 

Por suerte la persona a quien iba a ver, ya se encontraba en el lugar y el asunto a tratar no era complejo por lo que en poco tiempo, me encontraba en un café internet para bloquear todas mis redes así como mis correos electrónicos: intenté ubicar mi móvil vía localizador para recuperarlo o bloquearlo pero lamentablemente no tenía activada la opción de ubicación.
Abogué también por la buena voluntad de las personas: durante esa tarde y hasta las 2 de la madrugada me mantuve llamando por si alguien respondía; había planeado pagar porque me lo devolvieran pero mi lucha fue en vano. Para el siguiente día volví a intentar la llamada pero fue inútil, inmediatamente me enviaba al buzón, entonces me resigné, finalmente tuve qué aceptar mi derrota y que mi Nokia Lumia jamás volvería a mi.

Después de unos días de negociar con la empresa de telefonía, no logramos nada pues nuestro contrato no contaba con un seguro por lo que debía esperar al vencimiento del mismo. 
El siguiente paso fue conseguir un aparato en tanto la telefónica me dotara de uno nuevo, busqué y contemplé algunas opciones de teléfonos, pero no era lo que yo necesitaba para mi trabajo. 
Continúe mi búsqueda y finalmente me ofrecieron un iPhone 4S, sin duda, era una muy buena opción. 
No soy una persona pretenciosa u  obsesionada por la tecnología o de contar con un equipo costoso u ostentoso sólo para formar parte de ese grupo pretencioso, sólo necesitaba cubrir las necesidades del trabajo y de realizar lo que me gusta. 
Este móvil era más que suficiente.

Por tanto trabajo y ajetreo: éste es el estado actual de mi #iPhone y aun así escribimos este #blog. 



Con los días descubrí que la carga de energía era muy reducida y la duración de la misma era de sólo unas horas, pero podía lidiar con eso y desde entonces, suelo llevar conmigo el cargador por si mi celular requiere de recargar la energía. 
Eso me permitía continuar escribiendo mi vida (libro) durante mi traslado a la oficina o en las veces que acudo a mis citas con mis clientes para cerrar algunos proyectos. 

Aprovechaba su GPS y el servicio de correo electrónico. Retomé mi gusto por la fotografía y capturaba los sitios y las cosas que acaparan mi atención y las publicaba en mis redes. 

Continuaba conversando con mis amigas y amigos seleccionando fragmentos de mis pláticas creando un archivo en donde los iba acumulando; de pronto, una tarde revisando y ordenando todos esos textos, llegó a mí una idea que en un principio me pareció una locura, y me dije: 


¡¡los locos son los que cambian el mundo!

Obviamente no voy a cambiar al mundo pero yo quería hacer algo diferente, entonces aproveché mi nuevo móvil e inicié un nuevo proyecto: así que en Julio de 2016 decidí crear mi blog (Platicando con Lobo) mismo que dependiendo del tiempo que mi trabajo me permite, escribo y sigo creando con diversos temas: por momentos lo hago en la computadora y algunas veces los escribo y publico desde mi iPhone 4s. 
Claro que no es algo profesional pues lo hago como pasatiempo de modo empírico, no soy un escritor pues decirlo sería ponerme en los zapatos de aquellos que quizás viven de ello o que tal vez cuentan con un patrocinio: nada de eso, pero me gusta saber que allá afuera existen personas que quizás se identifican con lo que leen o que comparten lo plasmado en aquellos textos míos. En fin...

El punto es, que cuando algo nos apasiona, nos atrae o simplemente nos deleita realizar, nos esforzamos y aprovechamos los medios disponibles para crear y proyectar nuestras ideas de modo que en mi caso; continuaré dedicando esos minutos libres para continuar escribiendo mi libro que no estoy seguro que logre publicar pero que sin duda, me llenará de satisfacción saber que mi vida será una historia escrita, y que está disponible para quien quiera conocer mi niñez o la vida que a mi me ha tocado vivir.

Del mismo modo, seguiré acumulando frases derivadas de mis conversaciones, captando cada momento del tiempo y de los lugares e imágenes caprichosas que se perpetuarán en mis fotografías, y sobre todo, estar en contacto con aquellos que me regalan su tiempo echando un vistazo a todo lo que logro con un teléfono celular.
Ahora conocen lo que yo hago, entonces yo te pregunto:

 -Tú ¿Qué haces con tu teléfono celular?

Ya lo dijo el gran Steve Jobs: 


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