Hola amigos, cómo están.
Como siempre, me es
grato saludarles a la distancia.
Ya leyeron el título de
este blog e imagino lo que está pasando por sus mentes, pero no es así.
Les cuento.
Soy mucho de reconocer
las acciones positivas de las personas así como su labor. Me gusta reconocer su
esfuerzo y tenacidad. Y es por eso que hoy, después de vagar un poco en mi
recuerdo, decidí escribir sobre el tema.
Hace ya varios años, trabajé en una sucursal de una cadena de restaurantes en
México (en ese entonces una de las cadenas más grandes)
Les dejo la liga que escribí al respecto por si desean leerlo:
Pulsa la liga ↓
El empleo que quería
Quien haya trabajado en
un restaurante comprenderá de lo que hablo.
Tenía (y aún mantengo)
el gusto a la cocina por lo que tomé ese empleo con la idea de hacer carrera.
Después de haber trabajado en la construcción, no tenía noción de ello pero me
llamaba la atención y quería aprender más sobre el arte de la cocina.
Al no tener conocimiento o la experiencia en el ramo, obviamente debía empezar
desde abajo pero superé esa barrera en poco tiempo ingresando así, al área de
servicio en donde se preparan o montan los platillos que llevan la mesa del
cliente.
Me gustaba esa parte, el
problema era en las horas pico pues la afluencia de comensales es muy alto por
lo que debemos volvernos muy ágiles y con la mente centrada en todas las
comandas entregadas al chef.
Yo llevaba años en el restaurante y con ello, la experiencia de haber ocupado
algunos de los puestos principales y estratégicos dentro del mismo.
Con todo esto, el chef, en ocasiones solicitaba de mi apoyo para el turno de la
mañana cuando le hacía falta personal.
Eso era una gran
oportunidad para escalar otro nivel. Convertirme en el encargado del área de
desayunos, ese era uno de los pasos para poder continuar evolucionando o escalar
otro nivel.
En esos tiempos figuraba
en el turno que abarcaba los horarios de las 14:00 a 23:00 y quería salir de
eso.
Durante ese turno se iba incorporando gente nueva, mujeres y hombres a las
diferentes áreas. Tocaba entrenarlos con la experiencia adquirida.
Carolina, madre soltera
de unos 25 años, había ingresado a las filas.
Mujer aguerrida, de
lucha, en poco tiempo, se adaptó y comenzó a desarrollarse en las diferentes
áreas. Su timidez no le impidió evolucionar. Conforme transcurrían los días se
iba memorizando algunas de las recetas de los diferentes platillos al igual que
de las presentaciones.
Fundamental en aquella
cadena.
Yo tenía dos años ya en
el restaurante y aspiraba convertirme en Chef. Para ello debía recorrer todos
los diferentes puestos lo cual, para ese tiempo ya había logrado avanzar.
Pero algo me impedía
seguir avanzando aunque no me detenía.
Así transcurrían los
meses y el Chef jefe (uno de varios que lideraron dicho lugar) seguía tomando
en cuenta mi evolución, y me llamaba como apoyo para el primer turno que era el
más demandante del día y requería de personal capaz y ágil. Puse todo el
esfuerzo en cada uno de los encargos para poder llegar a ser el encargado del
área de desayunos lo que me impulsaría a mi siguiente ascenso y así, poco a
poco, llegar a mi objetivo. Ser Chef.
Como en todos los sitios
de trabajo, aquí también existía la competencia y uno de ellos era mi mejor
amigo. Ambos nos esforzábamos y nos habíamos enfrascado en una batalla limpia y
aguerrida como una manera de motivarnos a seguir creciendo dentro del ramo.
Apoyábamos a Carolina
pues era importante que también estuviera al 100% para poder nivelar la
capacidad de respuesta en el área, pues el motivo primordial era el darle un
buen servicio al cliente en cuanto a la calidad de sus platillos y el tiempo de
presentación del mismo. Era uno de nuestros preceptos primordiales.
Pasados los meses y con
el constante cambio de Chef jefe, a varios de nosotros de algún modo, nos iban
dejando a un lado pero aun así, continuamos en la carrera hasta que después de
algunos meses y por diferente circunstancias, mi amigo presentó su renuncia y
se marchó.
Quedaba yo como el más
preparado y con la experiencia para cubrir, apoyar y estar al frente en ese
turno.
De algún modo, todas esas cosas conseguían mermar mis ganas, aunado a ello,
todos los incidentes ahí vividos.
Como lo dije, Carolina al ser madre soltera y viendo por el bien de su hogar y
su hijo y por motivos de seguridad, finalmente solicitó y logró su
transferencia al turno matutino.
El Sub-Chef, encargado
del turno no permitía mi cambio pero yo buscaba evolucionar y entonces insistí
por lo que finalmente, y después de algunos meses, fui ascendido al turno de la
mañana.
Después de varios intentos, obtuve mi ascenso.
Bien, al llegar al turno de la mañana, Carolina ya estaba muy avanzada en el
área, yo también buscaba posicionarme en la competencia pero por esa euforia,
me enviaban otros restaurantes a cubrí en el área de desayunos o en otros
lugares.
Aprovechaba para
adquirir experiencia, pues ese era el fin.
En esos intentos sufrí algunos accidentes, algunos de consideración, pero no
dejaba de luchar.
Volvía a mi sitio, a mi restaurante y me colocaban como refuerzo en las áreas
con más demanda en las horas pico.
Daba mi mejor esfuerzo en cada momento.
Carolina, mujer aguerrida y ágil,
supo aprovechar el cambio y el tiempo. Sin hacer ningún ruido se convirtió en
mi competencia lo cual, era un tanto desconcertante pues yo la había entrenado
en el turno de la tarde, pero a la vez, me dio mucho gusto saber que mi trabajo
rendía frutos.
El área de desayunos requiere de concentración y agilidad física y
mental porque el volumen de trabajo es intenso. La cantidad de comandas u órdenes
que se acumulan en las horas pico es impresionante. Tomando en cuenta que a
pesar de que la carta o menú cuenta con platillos fijos con ingredientes y
presentaciones elaboradas por los chefs de la cadena, muchos de los comensales
suelen cambiar los ingredientes por lo que la agilidad de la mente cuenta
mucho aquí, pues cuando ya conoces la mayoría de los platillos, ese cambio
implica tener cuidado con el platillo especial.
Carolina logró empatar su agilidad a lo que este lugar requiere y
mientras, yo brincaba de un lugar a otro sólo como apoyo.
Después de un tiempo así, de asistir a diversas unidades como apoyo,
finalmente volví a mi lugar y me entregué a la tarea de conseguir otro nivel y
continuar evolucionando aún y con lo duro que fuera mi lucha.
A estas alturas del tiempo y la pelea diaria y mis ganas, vino a mí dos razones para continuar:
conseguir una buena excusa para seguir aquí o una buena razón para partir.
Lo segundo llegó primero.
Un fuerte accidente me obligó a renunciar de ese empleo que duró tres
años.
Mi estancia aquí no estuvo tan mal pues logré muchas cosas en tan poco tiempo, sólo que
muy pocas veces se le dio el valor a mi trabajo debido a que siempre levantaba la voz cuando
algo no estaba bien.
Años después volví como un comensal cualquiera y quise saber sobre mis
compañeras y compañeros y fue así que descubrí que poco tiempo después de mi
partida, Carolina encontró una nueva oportunidad y se fue del restaurante. En
fin. Lo importante fue que evolucionó muy bien y que después de haber sido su entrenador, me había superado en tan poco
tiempo, reconozco que me ha vencido una dama, una mujer que se esforzó y
luchó por su hijo, una razón de peso que sin duda, fue su motor.
Lo único que dije en mi mente fue: Felicidades. Lo hiciste muy bien.
(FIN)
Gracias por leer este blog.
Como siempre, recibe un fuerte abrazo.
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